25 de enero de 2011

“Si fuera una mujer amenazada, me gustaría que me dieran voz”


Entrevista a Lydia Cacho publicada en 'Pikara Magazine'

“Si fuera una mujer amenazada, me gustaría que me dieran voz”

El caso es que Lydia Cacho es una mujer amenazada, una periodista perseguida que ha visto peligrar su vida por publicar eso que algunos no quieren que se sepa. Ha sufrido detención, tortura, violación. Es una periodista comprometida. Y valiente.
Nació en 1963 en México. Cuando se le pregunta por su formación cita a Sara Lovera, Mirta Rodríguez Calderón…: “En términos de investigación, de quien más aprendí fue de Lucía Lagunes. Es muy buena capacitadora”. Las tres –Sara, Mirta y Lucía, incluso la propia Lydia− son personas conocidas, reconocidas y de gran solvencia en las redes internacionales de periodistas con visión de género.
Lydia Cacho estuvo en Sigüenza (Guadalajara) a finales de noviembre de 2010. Vino a recoger el premio de periodismo Manu Leguineche, que otorga la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). No era la primera vez que sus colegas españoles la galardonaban: la Unió de Periodistes Valencians reconoció su valor con otro premio. En 2009, la propia FAPE la aceptó como asociada con el fin de que la pertenencia a la organización le sirviera como aval y defensa. Está es una muy larga conversación.
¿Qué importancia tienen las agrupaciones de periodistas, independientemente de que tomen forma de asociaciones, colegios o redes?
Son fundamentales. Nos permiten capacitarnos y nos recuerdan cómo se hace mejor periodismo. Se aprende de las colegas. Particularmente, las de mujeres. Yo he participado en las de México, Centroamérica y el Caribe. Lo importante tiene que ver con la sororidad, con esa solidaridad que nos permite mirarnos a nosotras mismas como individuas y hacer reflexiones sobre cómo estamos, qué nos detiene. Incluso, sobre cómo hacer periodismo transforma nuestra vida personal. Cuando comenzamos a hablar de violencia contra las mujeres, ya la cubríamos de una forma distinta en los medios tradicionales a pesar de los editores. Gracias a estar en red, nos dimos cuenta de cómo estaba impactando en nuestra vida personal el hecho de cubrir las informaciones sobre violencia contra las mujeres. Porque, además, muchas de nosotras vivíamos otras formas de violencia. Las redes son espacios para el aprendizaje y para mirarnos mutuamente. (Seguir leyendo)

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